La izquierda avanza en Latinoamérica, y dentro de los factores que han venido favoreciendo sus propuestas están: «Los escándalos de corrupción, el sufrimiento económico, la penosa y creciente desigualdad social, el ferviente descontento con los gobernantes y la mala gestión de la pandemia de COVID-19 con los que ha tenido que lidiar los partidos de derecha o centro derecha gobernantes.
Los representantes de los movimientos y partidos de izquierda han aprovechado este escenario para prometer una distribución más equitativa de la riqueza, mejores servicios públicos y redes de seguridad social ampliadas, sin embargo en el escenario al cual ascenderán al poder, luego de ser elegidos por el pueblo, es complicado pues es una realidad económica mundial diferente y además se encontrarán con una oposición legislativa que los combatirá para no permitirle grandes transformaciones y por si eso fuera poco, súmele que ahora más que nunca los votantes están dispuestos a castigar a quien les haga promesas y no le cumplan a mediano y corto plazo.
Evidentemente que esto está cambiando el escenario geopolítico, poniendo nervioso al poderoso del norte, EE.UU., pues han restringido y sancionado a los países de izquierda y estos nuevos pudieran hacer alianzas económicas con China para acceder a créditos y desarrollo tecnológico, lo cual es favorable para la estrategia de China por tener influencia en regional en nuestros países Latinoamericanos.
La pobreza, la falta de alimentos, desempleo con cifras de más de 2 dígitos en algunos de esos países, el deterioro natural de las infraestructuras, la corrupción arraigada en las instalaciones públicas y privadas, una exorbitante deuda pública, escaso acceso al crédito y además un pueblo con menos paciencia y más hambre y desesperanza, serán factores que esta nueva izquierda progresista tendrá que manejar con guantes blancos pues de lo contrario la bomba social le puede estallar en la cara.
