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La Unidad: El legado imperecedero de la raza inmortal de junio de 1959

Articulo escrito por Juan de la Cruz

Tras producirse los intentos fallidos de Cayo Confites en 1947 y Luperón en 1949, encaminados a derrocar la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, y al soplar aires democráticos a lo largo y ancho de toda América, los dominicanos que vivían en el exilio en diferentes lugares de América Latina, el Caribe, los Estados Unidos y Europa, dieron un paso al frente en la búsqueda de la necesaria unidad para darle un golpe contundente al tirano.

Fue así como en marzo de 1959 las fuerzas antitrujillistas más consecuentes proceden a realizar un Congreso Unitario en la ciudad de La Habana, Cuba, con el propósito declarado de crear un espacio político común que le permitiera coordinar las luchas contra el régimen de Trujillo, desde un solo centro de dirección.

Las fuerzas antitrujillistas que impulsaron y/o participaron en ese esfuerzo unitario fueron las siguientes: la Unión Patriótica Dominicana (UPD), tanto la radicada en Venezuela como la residente en Cuba; el Partido Socialista Popular (PSP), con presencia tanto en Cuba como en Venezuela; el Frente Unido Dominicano, radicado en Nueva York; el Frente Democrático Dominicano, radicado en Puerto Rico, y el Frente Dominicano Independiente, radicado en Venezuela.

Los resultados más importantes de ese Congreso Unitario de las Fuerzas Antitrujillistas fueron: la creación del Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), la elección de una dirección política conjunta, la aprobación de un programa político avanzado y la creación del Ejército de Liberación Dominicana (ELD), donde fue designado Enrique Jiménez Moya como comandante del mismo, quien había alcanzado el rango de capitán en las filas del Ejército Rebelde que había comandado Fidel Castro en la Sierra Maestra.

PROGRAMA MÍNIMO DEL MLD

El Programa Mínimo que adoptó el Movimiento de Liberación Dominicana (MLD), brazo político de la Expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, contenía cuatro grandes aspectos: aspecto político, aspecto social, aspecto económico y aspecto internacional. Ahora vamos a sintetizar los elementos más trascendentes contenidos en cada aspecto esbozado.

I. Aspecto Político:

a) Derrocamiento del Régimen Dictatorial de Trujillo.

b) Establecimiento de un gobierno provisional democrático revolucionario.

c) Una Asamblea Constituyente elegida por voto popular universal, responsable de elaborar una nueva constitución que tuviera como objetivo organizar de forma democrática el Estado y establecer la justicia económica y social.

d) Derogar la legislación antidemocrática de la tiranía.

II. Aspecto Social:

a) Realizar una amplia Reforma Agraria que garantizara la propiedad de la tierra a todo el campesinado dominicano.

b) Elaborar una nueva ley agraria que garantizara el acceso a la tierra, al crédito agrícola y a la tecnología.

c) Derecho a la libre organización sindical.

d) Derecho a la huelga como forma legítima de lucha de las clases trabajadoras.

e) Creación de un Sistema de Seguridad Social que amparara a la niñez, a los envejecientes y a los desempleados, que garantizara el acceso a la salud y a una vivienda digna para toda la población.

III. Aspecto Económico:

a) Impulsar una nueva economía que desarrollara el mercado interno y aumentara el nivel adquisitivo de las clases trabajadoras.

b) Fomentar y proteger la industria nacional.

c) Priorizar la creación de empleos.

d) Reformar el sistema tributario, procediendo a abolir los impuestos antipopulares que recaen sobre los sectores más pobres.

IV. Aspecto Internacional:

a) Respaldar el ejercicio continental de la democracia representativa y el sistema de convivencia pacífica y mutua ayuda, especialmente entre los pueblos del Caribe y Centroamérica.

b) Fomentar las mejores relaciones con los demás pueblos, basadas en la comprensión y el mutuo respeto que inspira la igualdad jurídica y la libre autodeterminación de los pueblos.

La expedición Armada de Constanza, Maimón y Estero Hondo

La expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo contó con el apoyo solidario de la recién triunfante Revolución Cubana del 1º. de enero de 1959, que encabezaban los comandantes Fidel Castro Ruz, Raúl Castro Ruz, Ernesto Che Guevara de la Serna, Camilo Cienfuegos, Juan Almeida Bosque, Delio Gómez Ochoa, Víctor Mora, Eloy Gutiérrez Menoyo y Dermidio Escalona.

Esta acción armada, cuyos entrenamientos se realizaron dentro del Campamento Mil Cumbres de Cuba, contó con la participación entusiasta de 198 combatientes, la mayor parte de ellos dominicanos y varios combatientes de países hermanos del Caribe, América Latina, Estados Unidos y Europa, con el objetivo central de ponerle fin, de una vez por todas, a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

La expedición se planteó atacar de forma simultánea por aire y mar, el 14 de junio de 1959, a Constanza, Maimón y Estero Hondo, pero dificultades de las embarcaciones, de mando, de orientación, logística y de otra naturaleza impidieron que los que venían por mar arribaran ese día y, por el contrario, arribaron el 20 de junio cuando ya la Marina de Guerra de Trujillo y los demás organismos armados de la dictadura estaban advertidos y alerta.

Los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo constituyeron tres frentes:

1. Frente de Constanza (14 de Junio):

Este frente estaba liderado por los comandantes Enrique Jiménez Moya (dominicano) y Delio Gómez Ochoa (cubano) y lo constituían 54 combatientes.

Los expedicionarios de este frente aterrizaron en el aeródromo de Constanza en el avión C-46 Curtiss, piloteado por el venezolano Julio César Rodríguez, y copiloteado por Oreste Acosta y Juan de Dios Ventura Simó (ex capitán de la Fuerza Aérea Dominicana de Trujillo, quien se fugó en un avión a chorro Vampire 2726 MK-5 y aterrizó en el Aeródromo de Arecibo, Puerto Rico, país donde pidió asilo y luego voló a Venezuela el 4 de mayo con destino a La Habana, Cuba, donde permaneció hasta salir en esta expedición armada nuevamente hacia República Dominicana, según revela una nota de la revista norteamericana Time, del 11 de mayo de 1959). El 11 de julio de 1959 fue aniquilado por la tiranía el último grupo de guerrilleros que había aterrizado en Constanza.

2. Frente de Maimón (20 de Junio):

Este frente estaba integrado por 96 combatientes y arribaron a la playa de Maimón, Puerto Plata, en la lancha Carmen Elsa, capitaneada por José Horacio Rodríguez y José Mesón.

 

 

3. Frente de Estero Hondo (20 de Junio):

Este frente estaba constituido por 48 combatientes y arribaron a la playa de Estero Hondo, Puerto Plata, en la lancha Tinima, capitaneada por José Antonio Campos Navarro.

Los diferentes prisioneros de los tres frentes fueron torturados en las ergástulas o mazmorras de las cárceles trujillistas de “La 40”, ubicada donde está en la actualidad la Parroquia y el Colegio San Pablo Apóstol, en la Avenida de los Mártires esquina Juan Alejandro Ibarra del sector Cristo Rey; del “Kilómetro 9” de la Carretera Mella, ubicada a 400 metros de la Carretera Mella con la Avenida Charles de Gaulle, hoy corresponde a un Centro de Retiro de la Iglesia Católica donde hay una capilla en que se realizan misas con las personas que van a los retiros, y de la Base Aérea de San Isidro, donde estaban ubicadas las oficinas de la Aviación Militar Dominicana (AMD), que dirigía Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis).

Los sobrevivientes a las prisiones, torturas y vejámenes de que fueron objeto los expedicionarios de Constanza, Maimón y Estero Hondo fueron cinco: tres dominicanos y dos cubanos. Los tres dominicanos que sobrevivieron a las torturas fueron: Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas y Francisco Medardo Germán. Los dos cubanos que sobrevivieron a las torturas fueron: Comandante Delio Gómez Ochoa y Pablito Mirabal de 16 años.

Continuadores de la Raza Inmortal: La Generación de la Luz

Aunque los propósitos políticos y militares a que aspiraban los expedicionarios de junio no fueron logrados, ya que sufrieron una derrota militar significativa de parte de las fuerzas represivas del régimen de Trujillo, es necesario señalar que su ejemplo encontró terreno fértil y se reprodujo rápidamente entre cientos de hombres y mujeres de todo el territorio nacional.

En el mes de noviembre de 1959 se inició el proceso de estructuración de una organización política interna clandestina, como resultado de la articulación de los diversos núcleos conspirativos que se venían estructurando en diferentes provincias, municipios y comunidades del país, que diera al traste con la dictadura de Trujillo.

El 10 de enero de 1960, a siete meses de la expedición de la Raza Inmortal, jóvenes de todo el país procedieron a constituir el Movimiento Revolucionario Clandestino 14 de Junio (1J4), en honor a los héroes y mártires de la gesta patriótica del 14 de junio de 1959, abrazando al mismo tiempo el programa político que le sirvió de sustento. En ese evento, celebrado en una finca de Charlie Bogaert en Guayacanes, Valverde Mao fue electo como presidente y principal líder de la organización, el abogado, Dr. Manuel (Manolo) Aurelio Tavárez Justo; como Secretario General, Rafael (Pipe) Faxas Canto, y como Tesorero, Leandro Guzmán. Fueron electos como miembros del Comité Central: Minerva Mirabal, Luis Gómez Pérez, Luis Antonio Álvarez Pereyra, Abel Fernández Simó, Julio Escoto Santana, Antonio Rodríguez, Silverio Messón, Carlos A. (Cayeyo) Grisanty y Efraín Dotel Recio.

Desde antes de la reunión de Guayacanes del 10 de enero, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), había logrado infiltrar a un practicante de medicina del batey Las Pajas, quien tras haber sido recomendado por Marcos Pérez Collado a Domingo Peña Castillo -ayudante de Manolo Tavárez Justo- para que lo reclutara para llevar a cabo la tarea de constituir una red en los ingenios de San Pedro de Macorís que tendría la misión de incendiar los cañaverales el día en que se llevaría a cabo una sublevación que estaban planeando, se metió en miedo y acudió a las oficinas del organismo de seguridad para informar de los planes y estos le orientaron que simulara estar de acuerdo con participar en la organización y averiguara todo lo que se tramaba, tal como revela Roberto Cassá (1999, 243-244).

Fue así como el SIM siguió a Peña Castillo y pudo darse cuenta de la trama conspirativa que se planificaba contra el gobierno del general Trujillo, procediendo a iniciar los apresamientos de personas claves de la Línea Noroeste y Santiago el 11 de enero de 1960, continuando con el apresamiento de Manolo Tavárez Justo el 12 de enero, iniciándose una redada a nivel nacional, que tendría su climax el 19 de enero y que arribó a su final el 22 de enero de 1960. Solo en la cárcel La 40, el principal centro de tortura de Ciudad Trujillo hubo cerca de 400 presos, a los cuales se agregaban los que se encontraban en la cárcel del Kilómetro 9 de la Carretera Mella, La Victoria y en otras cárceles del país, para un balance de no menos de 3 mil prisioneros pertenecientes al 1J4.

En esos centros de tortura se lograron confesiones de varios de los apresados con interrogatorios inducidos para que revelaran los nombres de otras personas que conocían al interior del movimiento. De igual manera, se valieron de diferentes técnicas de tortura que habían aprendido en cursos recibidos en Venezuela bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, como el Coliseo, que consistía en soltarle dos perros caníbales amaestrados para atemorizarlos y obtener informaciones; los corrientazos de la silla eléctrica, donde muchos murieron a causa de problemas cardíacos a causa de los altos voltajes, como fue el caso del Dr. Manuel Tejada Florentino; obligarlos a sostener relaciones homosexuales con otros presos o con personeros degenerados del régimen, amén de los improperios, acusaciones falsas y mala palabras que les proferían para desmoralizarlos.

Fueron las torturas tanto propinadas a los héroes y mártires de junio de 1959, como las redadas, apresamientos y torturas propiciadas a personas de diferentes sectores sociales pertenecientes al 1J4, lo que llevó a la Alta Jerarquía de la Iglesia Católica a divorciarse de la dictadura a través de la Carta Pastoral que emitió la Conferencia del Episcopado Dominicano el 25 de enero de 1960 y que fue leída en todas las parroquias y catedrales del país el 31 de enero de ese mismo año, en la cual enfrenta abiertamente al régimen de Trujillo.

Veamos algunos párrafos de la Carta Pastoral del 25 de enero de 1960, en víspera de conmemorarse el natalicio del patricio Juan Pablo Duarte y haberse celebrado el 21 de enero el día de Nuestra Señora de la Altagracia:

“La raíz y fundamento de todos los derechos humanos está en la dignidad inviolable de la persona humana. Cada ser humano, aún antes de su nacimiento, ostenta un cúmulo de derechos anteriores y superiores a los del cualquier Estado. Son derechos intangibles, que ni siquiera la suma de todas las potestades humanas puede impedir su libre ejercicio, disminuir o restringir el campo de su actuación.

Por eso, la Iglesia Católica, Madre universal de todos los fieles, ha sido en todo momento la defensora más ardiente y más sufrida de esos sagrados derechos individuales. En pro de ellos ha escrito las Encíclicas más sabias; en pro de ellos sus hijos han derramado la sangre; en pro de ellos está siempre dispuesta a dar, como su Divino Fundador, elocuente “testimonio de la verdad” (Jn. XVIII, 37).

En efecto, ¿A quién pertenece el derecho a la vida, bien radical de todo ser que aparece sobre la faz de la tierra, sino únicamente a Dios, Autor de la vida?

De este derecho primordial brotan todos los demás derechos inherentes a la naturaleza humana, dado que todo hombre está ordenado a la procreación y a la vida social, puesto que así es como logra alcanzar su perfección y su fin último, que es Dios.

De aquí, el derecho a formar una familia, siguiendo cada cual, en la elección del cónyuge respectivo, los dictados de una sana conciencia, recta y libre.

De aquí, el derecho al trabajo, como medio honesto de mantener el hogar y la familia, y del cual no puede privarse a nadie.

De aquí, el derecho a la emigración, según el cual, cada persona o familia pueden abandonar, por causas justificadas, su propia nación para ir a buscar mejor trabajo en otra nación de recursos más abundantes o gozar de una tranquilidad que le niega su propio país.

De aquí, el derecho a la buena fama, tan estricto y severo que no se puede pública o privadamente, no solo calumniar, sino también disminuir el buen crédito que los individuos gozan en la sociedad bajo fútiles pretextos o denuncias anónimas, que sabe Dios en qué bajos y rastreros motivos pueden inspirarse.

No queremos, amadísimos hermanos, entretenernos en señalar y comentar brevemente los demás derechos naturales que acompañan a los arriba aludidos, pues es bien sabido cómo todo hombre tiene derecho a la libertad de conciencia, de prensa, de libre asociación, etc., etc.

Reconocer estos derechos naturales, tutelarlos y conducirlos a su plena perfección material y espiritual, es misión sublime de la Autoridad civil y de la Autoridad eclesiástica, trabajando cada cual desde su propia esfera y con sus medios propios.

Lo contrario a eso, constituiría una ofensa grave a Dios, a la dignidad misma del hombre- hecho a imagen y semejanza del Creador-, y acarrearía numerosos e irreparables males a la sociedad.

Para evitar y alejar de nuestra querida Patria los males que lamentamos, y para conseguir toda suerte de bienes espirituales y materiales, a los cuales todo hombre tiene perfecto derecho, elevamos a la Santísima Virgen de la Altagracia nuestras preces fervorosas, a fin de que Ella continúe siendo la esperanza y el vínculo de unión entre los dominicanos, especialmente en estos momentos de congoja y de incertidumbre.

Con estas oraciones comunes imploramos a Dios misericordioso que la auspiciada concordia y paz llegue a establecerse, y que los sagrados derechos de la convivencia humana, que tanto contribuyen al bien de la verdadera sociedad, sean por todos debidamente reconocidos, legítima y felizmente ejercidos.

Antes de concluir la presente Carta, no podemos sustraernos al grato deber de comunicaros que, acogiendo paternamente vuestros llamamientos- que hacemos nuestros-, hemos dirigido, en el ejercicio de nuestro pastoral ministerio, una carta oficial a la más alta Autoridad del país, para que, en su plan de recíproca compresión, se eviten excesos, que, en definitiva, sólo harían daño a quien los comete, y sean cuanto antes enjugadas tantas lágrimas, curadas tantas llagas y devuelta la paz a tantos hogares.

Seguros del buen resultado de esta intervención, hemos prometido especiales plegarias para obtener de Dios, que ninguno de los familiares de la Autoridad experimente jamás, en su existencia, los sufrimientos que afligen ahora los corazones de tantos padres de familia, de tantos hijos, de tantas madres y de tantas esposas dominicanas”.

La Carta Pastoral la firmaron el Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Monseñor Ricardo Pittini; Monseñor Octavio A. Beras, Arzobispo Coadjutor de Santo Domingo; Monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito, Obispo de Santiago de los Caballeros; Monseñor Francisco Panal, Obispo de La Vega Real, Monseñor Juan Félix Pepén, Obispo de La Altagracia y Monseñor Tomás F. Reilly, Obispo Titular de Testimonio Prelado “Nullius” de San Juan de la Maguana.

Como es harto sabido, la lectura de esa Carta Pastoral en todas las iglesias y catedrales de la República Dominicana dio pie que Trujillo, Balaguer y el Jefe del SIM, Johnny Abbes García, desataran una persecución tenaz contra los obispos y contra los sacerdotes que se atrevieron a leer ese documento en sus respectivas iglesias, acusándolos de comunistas y realizando otras acciones difamatorias para desacreditarlos a través de Radio Caribe, detonando bombas en los templos católicos para culpar a grupos terroristas de la oposición y caerle a palos en medio de las misas.

La situación se agravó aún más con el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal el 25 de noviembre de 1960, cuando estas dos últimas regresaban de visitar a sus esposos a la cárcel de San Felipe, Puerto Plata, en compañía de su hermana Patria y del amigo de la familia Rufino de la Cruz. Esto hizo que las relaciones entre la Iglesia Católica y Trujillo se hicieran más distantes, conflictivas y tirantes.

Tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, el 1J4 pasó a ser una agrupación política pública que, en poco tiempo, se convertiría en la fuerza política democrática, patriótica y progresista más poderosa del país, con una amplia capacidad organizativa, conspirativa y de movilización popular que hizo temblar a los remanentes del trujillismo y luego a los neotrujillistas y a los denominados “cívicos”.

Debido a percepciones incorrectas de la coyuntura política y la implementación de estrategias y tácticas que no se correspondían con el nivel de conciencia, organización y accionar de las masas populares, el 1J4 sufrió un duro revés, al levantarse en armas en siete frentes guerrilleros en todo el país en noviembre de 1963, encabezado por su líder máximo, Manuel Aurelio Tavárez Justo, en “las escalpadas montañas de Quisqueya”, al margen del gran apoyo popular de que gozaba.

Esto contribuyó a cegar la vida de personas muy valiosas para el país, entre ellas Tavárez Justo, a quien, junto a sus compañeros Leonte Schott Michel, Alfredo Peralta Michel, Rubén Díaz Moreno, Jesús Antonio (Tony) Barreiro Rijo, Juan Ramón (Monchi) Martínez, Manuel de los Reyes (Reyito) Díaz Herrera y el doctor Federico José Cabrera, el primer presidente del Triunvirato, Emilio de los Santos, había prometido garantizarle la vida. No obstante, los sectores oligárquicos del país y los militares trujillistas faltaron a su palabra y se unieron para eliminar a uno de los líderes más carismático de la República Dominicana que se sublevó para defender la institucionalidad democrática y al gobierno democrático del profesor Juan Bosch. Esto le llevó al Dr. Emilio de los Santos a renunciar como presidente del Triunvirato y vino a reemplazarle el empresario importador de vehículos de lujo, Donald Read Cabral.

El pueblo dominicano en armas los derrotaría con su participación activa en la Guerra de Abril de 1965, viéndose compelidos a acudir a sus aliados naturales, los gendarmes de los Estados Unidos, quienes con 42 mil 400 marines detuvieron la más hermosa revolución democrática que hasta entonces había vivido y construido la República Dominicana.

La unidad necesaria de las fuerzas Democraticas, revolucionarias y progresistas

Hoy, que todas las fuerzas democráticas, patrióticas, revolucionarias y progresistas coinciden en torno a la necesidad un espacio político alternativo para construir una nueva institucionalidad basada en la democracia participativa, es necesario que nos despojemos de los sectarismos y las discrepancias inútiles que nos impiden dar ese salto de calidad, que significa la unidad.

Unidos podremos edificar la República Dominicana con que tanto soñaron y por la cual trabajaron incansablemente Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, Rosa Duarte, María Trinidad Sánchez, Gregorio Luperón, los héroes y mártires de La Barranquita, “Los Gavilleros” del Este, Olivorio Mateo, Ercilia Pepín, los Héroes y Mártires de Constanza, Maimón y Estero Hondo, las Hermanas Mirabal, Manolo Tavárez Justo, Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Amaury Germán Aristy, Mamá Tingó, Orlando Martínez, Narciso González (Narcisazo) y miles de hombres y mujeres que lo han dado todo para alcanzar un país mejor, donde prevalezca la justicia, la libertad, la soberanía nacional, el Estado de derecho, un modelo económico incluyente, el castigo a los corruptos y a la impunidad, un ejercicio ético y transparente de la actividad política, la existencia de mecanismos de control popular y una democracia participativa plena.

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