(Escuchar esta noticia)
El pasado sábado 6 de agosto los dominicanos nos dimos cita en la denominada “Marcha Patriótica RD”, convocada por el Instituto Duartiano Dominicano, con el apoyo de organizaciones políticas y sociales, bajo la misma consigna: “La República Dominicana no puede hacerse cargo de la crisis de Haití”.
En la histórica y emblemática zona colonial, se desbordó el sentimiento nacionalista, miles de dominicanos gritaban “Dios, Patria y Libertad”, el mensaje fue contundente hacia los organismos internacionales y nacionales que han asumido la bandera del descredito en contra de la Republica Dominicana, acusándonos de xenófobos y racistas, les dejamos bien claro que no fomentamos el odio hacia los haitianos, mas promovemos el respeto a nuestra soberanía, leyes migratorias y a nuestros principios, que somos una nación libre e independiente, gracias a la valentía de nuestros héroes, liderados por nuestro fundador, Juan Pablo Duarte, el más grande de todos los dominicanos.
La Marcha Patriótica RD, no fue una manifestación en contra de, fue un acto en favor de la Republica Dominicana y Haití, ambas naciones con altos grados de diferencias en todos los órdenes, tenemos un gran sentimiento en común, pues tanto dominicanos, como haitianos, somos fervorosa y celosamente nacionalistas.
La Republica Dominicana ha sido la nación más solidaria con el país de Haití, hemos soportado una carga social, sin tener ninguna deuda histórica con nuestros vecinos y a pesar de esto, nuestra buena fe ha sido pagada con el descredito por parte de autoridades haitianas y sobretodo organismos internacionales y congresistas representantes de una potencia, en la que se han quemado personas de color negro vivos y se les ha excluido de toda representación importante durante toda su vida democrática, siendo un acto de cinismo, el que aquellos que si han fomentado el odio racial contra su propia gente de color, son los que pretenden darnos clases de solidaridad e igualdad.
¿Y después de la Marcha Patriótica RD qué sigue?
Debemos fomentar el amor propio entre dominicanos, sin sectarismos, por encima de ideologías partidarias, creencias religiosas o no, la unidad es precisa para enfrentar juntos el peligro que nos asecha, porque sí, la crisis haitiana, es un verdadero peligro para tranquilidad y la paz de la Republica Dominicana, aunque una minoría de nuestros compatriotas pretende minimizar esta realidad, con el auspicio de quienes mantienen económicamente sus fundaciones, estamos llamados a accionar con la misma responsabilidad que actuaron los jóvenes héroes fundadores de la sociedad secreta la Trinitaria, que despertó el fervor patriótico, que nos convirtió en una nación libre y soberana de toda potencia extranjera.
El Estado dominicano debe crear las condiciones para nacionalizar la mano de obra, que sigue perdiendo espacios en casi su totalidad en aspectos tan neurálgicos de la vida institucional, democrática y económica, como lo son el sector construcción, la agricultura, las ventas de alimentos a precios populares, de los cuales ya somos dependientes de los haitianos.
En el renglón doméstico, la vigilancia personal de nuestras propiedades, nuestros quehaceres del hogar, así como el transporte público, está copado de haitianos, todo esto como consecuencia de la política migratoria errónea y libertina, de autoridades gubernamentales que no asumieron en el largo trecho de tiempo que les toco gobernar, una posición firme, que pusiera un alto a la inmigración desproporcional y sin controles, que pasó a convertirse en prácticamente una invasión y que pudiera terminar en ocupación.
Los dominicanos y su institucionalidad, en los aspectos de la vida nacional, gobierno central, legisladores, ayuntamientos, empresariado, políticos, prensa, iglesias, toda la sociedad en sentido general, debemos unificarnos en torno a defender la libertad que tanta sangre y sacrificio le costó a las pasadas generaciones de compatriotas, que se sacrificaron para que hoy pudiéramos disfrutar de una República Dominicana fuerte, libre y democrática.
No podemos seguir pendientes a cambiar los muebles, mientras nos invaden la casa, de ahí que exhortamos a todos los dominicanos, sin distinción, a hacer suya esta frase de autoría del Dr. Joaquín Balaguer con la que titulamos este artículo, al momento de defender lo que somos, de enarbolar nuestros valores patrios y de asumir nuestro deber para con nuestros hijos y nosotros mismos: “La Patria se respeta, se defiende y punto”.
¡Qué viva la Republica Dominicana!