Opinión

Renuncia de Valentín no es un hecho aislado

La renuncia de Julio César Valentín, ex presidente de la Cámara de Diputados y un gran dominicano, no puede verse como un simple hecho aislado de los que frecuentemente ocurren en la vida política dominicana, fruto del oportunismo de ocasión para agenciarse cargos y prebendas saltando de un lugar a otro.

Ese hecho hay que analizarlo más profundamente y convenir en que la densa nube cargada de esperanzas y buenos augurios que se posó en los cielos quisqueyanos, con la llegada al poder de los “muchachos” llenos de “patriotismo”, con grandes deseos de “servir al pueblo” y de “continuar la obra de Duarte”, va saliendo del escenario y a su paso va dejando fracasos, frustraciones, desengaños y nostalgias en sus filas y en todo el ambiente político criollo.

Esas frustraciones, como proyecto reivindicativo social y liberal que quiso ser, se manifiestan ahora con las deserciones de jóvenes valiosos como Valentin, Rafael Paz y otros que sin ser tan ostensibles se están produciendo a diario en ese litoral político.

Fracasaron los muchachos en sus propósitos de “liberación nacional”, el país esperaba de ellos algo más de lo que dieron, pasaron y claudicaron en sus principios originales, tiraron por la borda las prédicas de su mentor y llenaron de frustraciones a gran parte de las nuevas generaciones, que ahora lucen desconcertadas y sin encontrar en quien creer.

A todo esto, lo más grave es que sin reparar en la “autocritica”, recurso básico cuando se quiere rectificar y seguir adelante, quieren perseguir de nuevo la meta sin pasar por “go”, lo que augura aún mayores frustraciones y deserciones de sus filas.

Claro, el vacío social no existe, en su búsqueda de la “justicia social” y el “bien común” los pueblos no se cansan, por más frustraciones que sufran, y en esa afanosa búsqueda, la inteligencia colectiva siempre hurgará por caminos más estables, duraderos, de cambios firmes y reales.

Compatriotas, es tiempo de llenar el vacío que han dejado en República Dominicana las fuerzas conservadoras que tradicionalmente han aportado de manera decisiva al avance social y económico que hemos logrado, tenemos que resaltar con fuerza sus luces y corregir sus sombras con la misma energía y con coraje, para que definitivamente el país pueda seguir avanzando a mejores estadios de bienestar para nuestros jóvenes, mujeres y población en general, que bien merecen por fin una mejor suerte, sin traumas ni sobresaltos.

Es imperativo acudir por el rescate de los valores tradicionales de la sociedad, por el combate eficiente y firme de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, por el retorno de la confianza en nuestras propias potencialidades como nación libre y soberana, resiliente y orgullosa de su suelo y sus valores.

Hay que vencer la inercia para avanzar, y a eso vamos.

Héctor Rodríguez Pimentel
Noviembre 10, 2022.

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